¡Ni modo!

«Mañana me voy de aquí,
a nadie le dejo pena.
La pena la llevo yo
que me voy pa tierra ajena (…)».

Manuel J. Lorenzo. El folklore de la isla de El Hierro. 1981.

«¿Al norte? Vamos al norte.
¿Al Sur? Pues vamos al Sur.
Como sea sobre el agua
yo voy donde vayas tú».

Pedro García Cabrera. Líquenes, Obras Completas, vol. I. 1987.

The Chestnut Tree. No hay educación sin «moraleja»

En general, las personas que trabajamos en educación tenemos la formación (o deformación) profesional de usar materiales y recursos con una finalidad u objetivo pedagógico. Miramos la realidad con ojos de maestro/a, lo que implica otorgar un valor didáctico a las cosas, a esa misma realidad. A menudo nos gustan las moralejas, que aquí definimos como las conclusiones más o menos evidentes de las historias, situaciones y procesos que promovemos y/o en los que participamos.

The Chestnut Tree (2007 — 4’07») es un cuento creado por Hyun-min Lee y Picnic Pictures, cuya moraleja no es tan explícita. Aunque nuestros «ojos» nos permitan relacionar esta historia con la música, con la expresión oral, con el reconocimiento de las emociones propias y ajenas, con la expresión artística de nuestros sueños o con las familias «monomarentales»…; recomendamos este cortometraje simplemente porque es hermoso (lo descubrimos recientemente en este blog).

No es osado defender que, al igual que no hay lenguaje sin metáfora, tampoco hay educación sin moraleja. Por eso jamás la educación podrá ser neutra. Porque siempre tendrá una intención, porque siempre implicará una moraleja. Ya sean de carácter ético, científico, religioso, filosófico, cultural…, la selección de unos objetivos, contenidos o moralejas se hace siempre en detrimento de otras, incluso la búsqueda de una educación sin moralejas lleva implícita en sí misma su propia carga ideológica…

No tenemos ninguna duda que el recurrente conflicto educativo de nuestro país tiene que ver con las prioridades del sistema, con sus «moralejas» prioritarias. Nos gustaría poder decir y proponer que, entonces, se trata de ponerse de acuerdo y consensuar las «moralejas» esenciales. Pero no lo decimos. Nos parece ingenuo. Sobre todo después de observar el tratamiento que se hace de principios o «moralejas«, para nosotros, irrenunciables.