«Cuando, cada tarde, se sentaba el gurú para las prácticas del culto, siempre andaba por allí el gato del ashram distrayendo a los fieles. De manera que ordenó el gurú que ataran al gato durante el culto de la tarde.
Mucho después de haber muerto el gurú, seguían atando al gato durante el referido culto. Y cuando el gato murió, llevaron otro gato al ashram para poder atarlo durante el culto vespertino. Siglos más tarde, los discípulos del gurú escribieron doctos tratados acerca del importante papel que desempeña el gato en la realización de un culto como es debido» (El gato del gurú, Anthony de Mello, 1982).
¿Las cosas tienen que ser siempre igual?, ¿se podrían hacer de otra forma?, ¿cuáles son las razones que nos motivan?, ¿por qué peleamos?… El siguiente video (1’50») puede servir para reflexionar sobre el absurdo de muchas conductas o, por lo menos, para plantearse su origen y racionalidad:
*Inciso: hemos dedicado algún tiempo, no mucho, a investigar si este experimento fue o no real. Hasta ahora no hemos encontrado ningún indicio de que lo fuera, más allá de tratarse de una historia muy conocida. En todo caso nos interesa la capacidad de la película o del cuento de De Mello para estimular que nos hagamos preguntas, más que la posibilidad de que formen parte de las respuestas.